En el año 2050 más del 70% de la población mundial vivirá en ciudades. En España el 80% de la población se concentra en áreas urbanas, que suponen sólo el 20% del territorio, situándose entre los países con un mayor porcentaje de población urbana de toda la Unión Europea. 

Ante esta perspectiva resulta evidente que la batalla por un mundo sostenible se librará en este terreno, del mismo modo que los avances más decisivos para el cumplimiento de los ODS tendrán también que ver con el entorno urbano. 

En este contexto, la Agenda Urbana Española es la hoja de ruta para hacer de las ciudades, ámbitos de convivencia saludables y sostenibles. Entre los objetivos de la Agenda Urbana figura ordenar el territorio, evitar la dispersión urbana, revitalizar la ciudad existente, prevenir y reducir los efectos del cambio climático, mejorar la resiliencia urbana, hacer una gestión sostenible de los recursos, favorecer la economía circular y fomentar la innovación digital entre otros… 

Las TICs (como sensorización, big data, IOT, inteligencia artificial…) son herramientas indispensables para lograr estos propósitos de manera eficiente desde el punto de vista económico y medioambiental, hasta convertir nuestros núcleos urbanos en “ciudades inteligentes”. 

Se considera una smart city a aquella que, con independencia de su tamaño, promueve la gestión eficiente de sus infraestructuras y servicios urbanos, incorporando para ello tecnologías de la información que facilitan la toma automática de decisiones en tiempo real en base al análisis de datos, con el objetivo de optimizar gasto público, reducir impacto ambiental y mejorar la calidad de los servicios. 

Sin embargo, al pensar en smart cities habitualmente vienen a nuestra mente grandes urbes, dejando al margen a las pequeñas y medianas.  No obstante, es precisamente en esta tipología urbana donde más fácilmente se pueden identificar casos de uso de eficacia probada e iniciativas transformadoras basadas en el empleo de las TIC.